Escribir el nombre propio...
... ¡y saber usarlo!





















Una de las primeras escrituras convencionales que los niños y las niñas aprenden es su nombre. Sabemos que se trata de una escritura singular con una fuerte carga emocional, dado que el nombre propio es parte de la propia identidad.
Esta práctica de escritura toma sentido y relevancia cuando se la plantea con un propósito social, orientada a resolver situaciones de su vida cotidiana en las que se evidencie su utilidad.
Trabajamos con las salas de 5, con propuestas diferentes, para facilitar la escritura de su nombre, logrando producirla por sí mismos de manera convencional.
Posteriormente, se plantearon otras propuestas en las que se promovió el uso de dicha práctica para identificar sus percheros, rotular pertenencias, tomar asistencia, firmar acuerdos de convivencia y armar listados para designaciones de secretarios y abanderados.