Discurso del Prof. Hugo Ladjet

Acto del Nivel Secundario

 Artesanos de la Independencia

Discurso del Bicentenario - 9 de julio 2016

Por el Prof. Hugo Ladjet

Hace 200 años en Tucumán un grupo de congresales tomó una decisión trascendental para la historia de nuestro querido país: declarar la independencia de España “... y de toda otra potencia extranjera que quiera dominar estas tierras”. Ellos y quienes lucharon para llegar a ella y defenderla serán los ARTESANOS de la PATRIA

Tres son los ejes para analizar históricamente este trascendental acontecimiento: el contexto bélico; las divisiones internas y los sectores que apoyaban el proceso independentista

El escenario bélico se presentaba difícil: los españoles habían recuperado territorios en Chile luego de Rancagua y en el Alto Perú en las victorias de Vilcapugio y Ayohuma; el rey Fernando VII, liberado unos años atrás por Napoleón, tenía como principal objetivo recuperar sus dominios en América y para ello estaba preparando una expedición naval de más de 12.000 hombres; los portugueses invadían la Banda Oriental quedando sólo Artigas para su defensa.

En cuanto a las divisiones internas es necesario aclarar que mientras algunos tomaron una posición decididamente independentista, tal es el caso de San Martín, Belgrano, Artigas y Güemes, otros no solo dilataban esta decisión “a la espera de los acontecimientos europeos” (Rivadavia, Posadas) sino que  directamente proponían pertenecer a Gran Bretaña como una colonia sudamericana; el principal exponente de esta felonía fue Carlos María de Alvear.

El tercer eje de análisis es el de los sectores que apoyaron la Independencia. Es importante destacar que las luchas por la Independencia tuvieron un amplio apoyo popular entre gauchos, campesinos y artesanos integraron las milicias y legiones.

Fue muy importante además la participación de mujeres, algunas de ellas destacadas patriotas luchando con valentía como Macacha Güemes, Juana Azurduy, Martina Silva de Gurruchaga, las niñas de Ayohuma o las ’bomberas’ de la “Guerra Gaucha”.

Finalmente no podemos dejar de hacer referencia a los pueblos originarios, sobre todo los del Alto Perú y del norte de nuestro país; que integraron ejércitos, resistieron a los españoles, lideraron rebeliones y hasta fueron claves en guías de territorios desconocidos por los soldados llegados de Buenos Aires. Por este motivo el Acta de la Independencia fue traducida al Quechua y al Aymara. Inclusive, hubo un proyecto oficial de traducirla al Guaraní que no llegó a concretarse, aunque se cree que hombres de Artigas robaron el acta original cuando iba camino a Buenos Aires, y que el líder federal la mandó a traducir a aquella lengua.

Mientras San Martín le escribía al diputado por Cuyo, Tomás Godoy Cruz: “¿Hasta cuándo esperaremos para declarar nuestra Independencia? Es ridículo acuñar moneda, tener pabellón y escarapelas nacionales y, por último, hacer la guerra al soberano de quien se dice que dependemos y permanecer a pupilo de los enemigos. ¿Qué tenemos que decirle? Con este paso el estado ganará un cincuenta por ciento y si tiene riesgos, para los hombres de coraje se han hecho las empresas...”. Pueyrredón, Director Supremo en ese entonces, escribía “Nuestros pueblos no están en estado de admitir principios de libertad en sus gobiernos sin grave riesgo de seguridad...”.

Belgrano, que estaba dejando su vida en las luchas por la Independencia, regresaba de una misión diplomática por Europa aún más convencido de declarar la Independencia. Mientras Güemes demostraba su coraje combatiendo junto a sus “infernales” contra los españoles en el norte y San Martín preparaba con esfuerzo el Ejército de los Andes, se declaraba la Independencia.

Por lo antedicho DECLARAR LA INDEPENDENCIA fue una decisión más asociada a los SENTIMIENTOS DE CORAJE Y CERTEZA que a una ANGUSTIA por tener que romper vínculos con la España opresora. ¿Se imaginan a San Martín,  a Belgrano o a Güemes llorando por los rincones por declararnos independientes? ¿Piensan que los congresales de Tucumán estuvieron casi cuatro meses  acongojados por tamaña decisión?

Sí es cierto que la Independencia trajo consigo responsabilidad. Había que defenderla y demostrar al mundo que éramos, somos y seremos un país soberano, sin que otros estados o potencias tomen decisiones sobre nosotros y por nosotros. Entonces, aparecieron esos hombres de coraje de los que hablaba San Martín que aceptaron riesgos ante posturas que iban en contra de los intereses foráneos.

Así lo demostró Rosas cuando defendió la soberanía territorial intentando impedir que una flota anglo-francesa penetre en nuestros ríos por la fuerza. O Luis María Drago, Ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Roca, quien a principios del siglo XX sostuvo la postura conocida como Doctrina que lleva su nombre: “ningún estado extranjero  puede utilizar la fuerza contra una nación americana con la finalidad de cobrar una deuda financiera”; de esta manera se oponía a los Estados Unidos, que aceptaban la invasión a países americanos por deudas impagas.

Hombres de coraje fueron la mayoría de los presidentes radicales: Yrigoyen, Frondizi, Illia y Alfonsín. Casi siguiendo una línea doctrinaria del radicalismo, los cuatro en distintos momentos se opusieron a aceptar la agresiva política intervencionista de EE.UU. en América Latina, asumiendo riesgos por eso.

Yrigoyen defendió el principio de la no intervención, llegando a ordenar en un caso, que los barcos de guerra argentinos saludaran al pabellón de la República Dominicana y no al de EE.UU., que habían izado el suyo en la isla en el marco de la invasión de 1916. Frondizi en un  principio se opuso al bloqueo a Cuba impulsado por los EE.UU, e Illia también mantuvo el rechazo de la intervención de los EE.UU. nuevamente en República Dominicana en 1965. Otra demostración de Independencia fue cuando el presidente Raúl Alfonsín negó su apoyo a la política de intervención por la fuerza en Centroamérica impulsada por los EE.UU. haciendo referencia al respeto al principio de la autodeterminación de los pueblos.

No por casualidad tres de los cuatro mencionados fueron derrocados por golpes militares.

La Tercera posición del primer peronismo “Ni yankees ni marxistas: peronistas” es otra clara demostración de independencia ideológica al no alinearse a ninguno de los dos bloques en que estaba dividido el mundo en los inicios de la Guerra Fría. En el marco de la solidaridad regional que propugna el peronismo impulsando acuerdos con países de Latinoamérica, el ex Presidente Néstor Kirchner encabezó el grupo de países sudamericanos que rechazaron la propuesta del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en la Cumbre en Mar del Plata del 2005, y la ex Presidenta Cristina Fernández hizo referencia a una venganza de los EE.UU. por el “modelo independiente” adoptado por Argentina cuando se estaba librando una batalla judicial contra los Fondos Buitres y el fallo del Juez Griesa Thomas no era favorable a nuestro país.

Sin embargo, en estos 200 años, no siempre se honró la Independencia. Algunas decisiones pusieron los intereses económicos ajenos por encima de los intereses del pueblo. Desde Rivadavia y su empréstito vergonzoso a la Baring Brothers, los hombres de la Generación del ‘80 y sus negociados con los FF.CC. garantidos, el Tratado Roca (h) – Runciman con la tristemente recordada declaración del Vicepresidente argentino “(…) la Argentina, por su Interdependencia recíproca es, desde el punto de vista económico, una parte integrante del Imperio Británico”; hasta las “relaciones carnales” con los “amigos” del Fondo Monetario Internacional (FMI) de los tiempos del menemismo. Todos son claros ejemplos que ofenden lo hecho por quienes declararon y lucharon por la independencia. 

Tampoco honraron la Independencia quienes alineándose a los EE.UU. obligaron a aceptar el bloqueo a Cuba, o quienes no dudaron en aplicar de la Doctrina de Seguridad Nacional que derivó en el repudiable Plan Cóndor, o accedieron al pedido de colaborar con las fuerzas de ese país en la Guerra del Golfo.

Como verán, estos 200 años tuvieron momentos de demostración de Independencia con políticas de estados y hombres que se la jugaron y momentos donde parecíamos un país aún dominado, con decisiones de hombres angustiados por temor a las consecuencias sino no aceptaban lo que se nos sugería o, directamente, se nos imponía. Es como si la INDEPENDENCIA fuese una bella OBRA DE ARTE, que por momentos se fue refinando, se mostraba al mundo con orgullo y por momentos la fueron deteriorando, deformando porque había otras obras aparentemente más bellas.

Hace una semana, cuando el destacado director de cine Luis Puenzo nos honró con su visita, comentó que Miguel Ángel, el renombrado escultor renacentista, alguna vez expresó que su DAVID estaba dentro del bloque de mármol de más de 6 metros, que la obra ya estaba hecha y que sólo tuvo que retirar lo que no es necesario.

Los hombres que hace 200 años declararon la Independencia y quienes lucharon antes y después de la misma para lograrla y consolidarla YA SABÍAN QUE LA LIBERTAD Y LA INDEPENDENCIA estaban en estas tierras; los hombres de Mayo ya la veían, los pueblos originarios la habían visto en el pasado pero los conquistadores la cubrieron, los padres fundadores y los anónimos luchadores estaban seguros de que solo bastaba retirar aquello que no la dejaba concretar, que no la dejaban disfrutar, aquello que “sobraba” como decía Miguel Ángel.

Debieron quitar la opresión, la censura, el autoritarismo, la desigualdad, la dominación; debieron retirar como si fuesen partes sobrantes de mármol  a quienes pensaban en otro tipo de dominio y a quienes eran débiles en sus decisiones.

Una vez expuesta esa INDEPENDENCIA, quienes siguieron solo tuvieron que mantener esa figura mejorándola con el cincel y el martillo, de manera suave pero con golpes certeros para acompañar esa Independencia con más libertades, más justicia social, más igualdad,  defendiendo  la democracia y luchando por el respeto de los DD.HH.

Sin embargo, cada tanto hubo falsos escultores de la libertad que rellenaban la figura con mármol, como “poniendo piedras en el camino” o daban golpes contundentes logrando deformar la perfecta figura de la Independencia.

Queda en nosotros tener en nuestras manos el cincel y el martillo para mantener en pie y mostrar con orgullo la obra de arte que nos dejaron  los grandes artesanos de nuestra patria: LA INDEPENDENCIA y LA LIBERTAD.