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Ser Belgrano

Discurso para el Acto por el Día de la Bandera

Ser Belgrano
Discurso para el Acto por el Día de la Bandera
Nivel Secundario y Escuela Especial

 

Todos los años recordamos en esta fecha la creación de la bandera. Pero también celebramos, en el aniversario de su muerte, la existencia del hombre que le dio los colores a ese sueño de libertad.  Es el sueño de libertad en el cual vivimos y en el cual -me gusta pensar- muchos trabajamos para concretar. Puede sonar un poco pretenciosa esta aspiración, pero acordemos que -muchas veces- es necesario empaparse de un sueño así.

¿Está mal compararse con Belgrano? Y… Sí.  Si lo vemos como una simple comparación, digamos -haciendo analogías futboleras-, la camiseta me queda chica.

A los que nos gusta la historia, nos gusta poner bien arriba -en el inmaculado bronce- a Belgrano y a los hombres de su talla. Los hubo pocos, lamentablemente, pero no quiero apresurarme.  Por un lado, pienso en cómo era ese hombre, cómo pensaba, qué cosas lo enojaban, qué cosas le daban alegría.  Ya sé lo que hizo y qué significa eso para nosotros, pero es una de esas personas con las cuales me hubiese gustado conversar un poco.

Le preguntaría primero por qué.  Por qué, siendo un abogado brillante con una buena carrera, con un excelente pasar económico; siendo un completo hombre de letras, educado y acostumbrado a las clases altas de Madrid; de repente se encontró arriba de un caballo yendo a convencer a la gente de Asunción que había que seguir a la Junta y a su gestión de gobierno.  Por qué ese hombre usó parte de su dinero para armar un ejército y salir a enfrentar enemigos sufriendo hambre y frío. 

Le preguntaría para qué hacer todo eso, mientras sufría varias enfermedades, y para qué hablar de “libertad” a personas que no comprendían la dimensión de esa palabra.

Pero, como no puedo hacerlo, les hago la pregunta a ustedes, no para que me den una respuesta, sino para que la busquen luego:

¿Qué llevó a este hombre a subirse a un caballo para cabalgar días y noches, a través de campos, cañaverales, hierbas, soportando el frío o la lluvia, mientras los bichos se le pegaban en la cara en la oscuridad junto a unos doscientos paisanos emulando ser soldados? ¿Cómo es que este hombre de finos modales, acostumbrados a los tules y suaves mantas, de pronto debió dormir arriba de un caballo, cabeceando lentamente o en cualquier refugio que se pudiera armar con un ejército desprovisto del mínimo equipo?

Belgrano los iba a dotar de disciplina e ideales a fuerza de voluntad, a fuerza de creer y a fuerza de ejemplos, también. Y, de la nada, iba a crear su ejército.  Sabía Belgrano que había que hacer todo de nuevo.  Hasta pueblos tuvo que fundar Manuel.

Pero, insisto, Manuel no era muy distinto a todos nosotros sólo por una gran diferencia. Sabía perfectamente que no vería los frutos de todo aquello que estaba haciendo. Comprendía entonces que nuestro destino, como país, aún nos aguarda.

Dije antes que es mucho pretender que logremos lo que logró Manuel, pero intuyo que seríamos distintos, sino mejores, si trabajáramos como él y pensáramos un poco en aquellos frutos que no podremos llegar a ver, pero que las y los que vienen sí podrán disfrutar. 

Prof. Ramiro Massaro